Mi formación es como psicóloga clínica y ejerzo en Psicoterapia y Cura Bioenergética desde 1979. En todo este recorrido, aprendí que lo que realmente sana, lo que cura a las personas, es su actitud.
Cuando las personas empiezan a amarse a sí mismas y como parte de ese amor se trabajan solas o con la ayuda de un profesional, para identificar en sus procesos de pensamiento las actitudes aprendidas que traemos, consciente o inconscientemente y que inhiben en nosotros la VIDA, entonces la paz y la armonía empezarán a reinar dentro de nuestras estructuras celulares.
He aprendido que ante todo, la persona enferma debe querer ser sanada. Ese querer, es la clave y el poder creador que se manifiesta.
Nadie, por muy especialista, experimentado o mágico que sea, puede remover la enfermedad de un individuo hasta que este desee que se le retire la disfunción o el síntoma. Muchos de Uds. me dirán y qué sucede en aquellos casos difíciles, los incurables? Bueno, en este caso podemos buscar la calidad de vida y casi siempre esta está a nuestro alcance, aunque debo admitir que en muchos casos no estamos preparados para liberarnos de nuestras enfermedades, disfunciones y/o síntomas, aún cuando se afirme fervientemente querer la salud porque bien dentro de esa alma, no se ha cumplido el propósito o aprendizaje inherente a esa enfermedad.
Es por ese motivo que muchas personas pueden permanecer enfermas por el resto de sus vidas, sin importar lo que un médico o un sanador hagan por ellas, debido a que la enfermedad les garantiza la atención de los demás y de alguna manera se teme perder dicha atención y no permitirán que se les remueva la enfermedad o los síntomas. Es lo que conocemos como "ganancia secundaria".
El único sanador de una enfermedad o malestar es el creador de ellas, o sea uno mismo. Nada, ni nadie puede curar el cuerpo de alguien, a menos que este ser, primero cure su propia actitud. Y cuando eso es lo que buscas, las esencias florales, hacen una magnífica labor en tu Alma. Cuando te decidas, pruébalas.
Dra. Lucy Castro