Muchos libros se han escrito sobre las Flores de Bach, habiéndose enfocado, la mayoría de ellos, en los efectos terapéuticos que produce la toma de esencias. A pesar de considerar que esto no es todo, no podemos negar que es una buena experiencia para ser compartida.
Sin embargo ahora, ya habiéndose pasado casi un siglo desde que Bach encontró la flor Impatiens, creciendo en las laderas del Río Usk, ha llegado el momento de una nueva evaluación. Durante más de 80 años, se ha puesto atención o bien en las esencias florales o en el nombre Bach, pero muy poco se ha hecho por colocar al trabajo del Dr. Edward Bach en un contexto más amplio.
Hasta hace muy poco nadie se había puesto seriamente a considerar cómo fue que el Dr. Bach realizó estos descubrimientos, o preguntarse ¿porqué las esencias florales se preparan como se preparan o ¿porqué tienen cualidades específicas? De una cierta manera, es como si nos hubiéramos olvidado por qué los remedios florales de Bach están hechos de flores. Aunque ilógico, las implicaciones filosóficas de su trabajo tampoco se han desarrollado completamente. Y es que en general, la tendencia ha sido que, hemos usado las esencias florales de Bach u otras esencias florales, olvidando la filosofía que sustenta su uso y eficiencia.
El mismo Dr. Bach en conferencia dada un poco antes de su muerte, afirmó que el propósito de los remedios que había descubierto, era acercarnos a nuestra Divinidad … “ Es esta Divinidad dentro de cada uno de nosotros, la que nos cura.” Para Bach, su filosofía señalaba en esta dirección y esta es la verdad que ha sido olvidada fundamentalmente.
Durante toda su labor Bach, intentó mostrar cómo salud y enfermedad, están íntimamente vinculadas al modo en que una persona vive, siente y piensa, así como también sobre la necesidad de hacer cambios en el modo de vida. Bach tenía un punto de vista holístico y no separaba a la persona de la enfermedad. Creía que lo que sucede al cuerpo físico, está directamente relacionado con la mentalidad del paciente, sus circunstancias emocionales y
espirituales.
Él enfatizó el valor que tiene el aprender a hacerse responsable de la propia salud. Los remedios de Bach ayudan en este punto y apoyan el proceso de cambio. Pero es importante recordar que ingerir un remedio sin comprender el origen de la curación, es perder el contexto del aprendizaje que el mismo nos ofrece.
Podemos entender bien el contexto del Trabajo del Dr. Bach desde sus escritos. Para Bach, la medicina alopática (la medicina convencional) falló porque trata con las consecuencias físicas, no con las causas reales de la enfermedad. Bach creía que, aún un tratamiento aparentemente exitoso “no pasaba de un alivio temporal a menos que la causa real fuera también eliminada”. Y es que la causa real (de las enfermedades), como la cura real, no se origina en el nivel físico. La enfermedad para Bach, es el resultado del conflicto entre “el espíritu y la mente”. Estos términos, se refieren a un conflicto entre la personalidad del ser humano y su ser superior que el Dr. Bach, vinculaba a una dimensión espiritual de donde proviene la sanación.
Además, según Bach, si las plantas promueven la curación es porque ellas también están vinculadas a esta dimensión espiritual. Su visión consideraba a las plantas, como una expresión de las fuerzas divinas presentes en la naturaleza y por este motivo, haciendo y siendo parte de un mundo sagrado.
En tanto la medicina científica es responsable del enfoque del cuerpo humano como una simple máquina para vivir, Bach veía al cuerpo como el templo del espíritu. Sus ideas fueron el principal obstáculo para la aceptación de sus esencias, razón por la que permaneció fuera del canon de la medicina, que coloca la acción del hombre en el centro de todo, en el lugar de, la “Chispa Divina.” Para Bach, erradicar los síntomas de la enfermedad era simplemente un alivio temporal , si es que la causa de la misma no es reconocida y tratada. Y esto, no tiene lugar en el nivel físico exclusivamente.
Se podría hacer otra síntesis de la filosofía de su obra entre religión y ciencia, entre el tratamiento médico y la auto-sanación por el espíritu, entre aceptar ayuda para curarnos y responsabilizarse individualmente. Bach puede ser puesto en la corriente general de terapias alternativas y complementarias, sin llegar a comprometer la integridad de su mensaje. Y aunque sea difícil explicar el porqué y el cómo, millones de personas usan esencias florales y creen en su eficacia. Hay un abismo entre teoría y práctica. El problema reside en las insuficiencias del lenguaje y la falta de un marco explicativo debido a que las ciencias físicas carecen de estructura para explicar lo no-físico. Y pocos darían crédito a la evidencia, a menos que ésta
se obtuviera mediante estudios convencionales.
Este es el clásico dilema: ¿Cómo probar científicamente algo que no encaja en el marco de la creencia científica? Se ha intentado, pero la evidencia puede ser ignorada y/o malentendida. Si los descubrimientos de Bach responden a la realidad, entonces inevitablemente debería haber un cambio de perspectiva en el criterio con el que vemos nuestro mundo y lo que la vida es. Consecuentemente, la experiencia práctica debe modificar la teoría científica, así como también la relación entre el ser humano y las plantas debería ser reconsiderada.
Los descubrimientos del proyecto de genoma humano, muestran que los humanos compartimos el 98% de ADN con los chimpancés, 50% con las bananas, 38% con una flor de narciso. Hay base para la hipótesis de que los chimpancés, las bananas y los narcisos comparten entonces
algo de la conciencia humana. Esta idea es difícil de incorporar para nosotros los occidentales debido a la atmósfera cultural en la que hemos respirado por tanto tiempo. Aprendimos que el Homo Sapiens ha evolucionado como especie dominante sobre la tierra en virtud de la inteligencia, astucia y moral superior.
El dilema se inicia con la idea de que los humanos somos diferentes y superiores al resto de la creación. En términos teológicos permite la noción de que solamente la humanidad tenía un alma y que las otras formas de vida eran subordinadas, o vidas sin significado. Dar nombre a las especies fue un primer paso hacia nuestra separación del resto de la naturaleza La ciencia se desarrolló pues dando nombre a realidades parciales – dado que su foco es el mundo físico. La estrechez de esta ciencia se ha ido haciendo palpable, tan colmada de datos y tan vacía de significados. Pero es difícil encontrar alternativas que signifiquen algo más que la pura esperanza y especulación. Los deseos profundos a veces no conducen a la realidad, la experiencia de una persona no suele ser compartida por todos.
¿Y si resultase que Bach alucinó espíritus, luces, patrones energéticos y formas de pensamiento? ¿Era pura imaginación? ¿Y qué si lo que él sentía no fuera el resultado de fuerzas físicas? Las oportunidades son, que cada uno que lea este texto, esté de acuerdo con eso. Pero no aceptes nada sin un sentido crítico, por causa de esa comprensión. Solo está científicamente comprobado cuando existe algo, que pueda ser en consecuencia verdadero, para cualquier observador. Veamos pues si una idea puede ser válida, veamos si resiste a criterios objetivos de observación. Y entonces, si eso sucede, el proceso para recalificar la ciencia de las Esencias Florales y percepción de la realidad puede comenzar.
Finalmente, Bach en su última conferencia en público, por ocasión de su 50º cumpleaños, declaró: “... En la antigüedad, no apenas los médicos de todas partes usaron yerbas, enseñando el uso de las mismas, también el hombre común del pueblo poseía un gran conocimiento del valor de las plantas, siendo capaces en muchos casos de desorden, de cuidar de sí mismos...”
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