(Texto extraído del 7mo capítulo del libro "Cura Energética" del Dr. Richard Gerber lanzado en 1988. Título original: Aprendiendo a curar con los remedios florales: El doctor Bach descubre los dones ocultos de la Naturaleza).
El doctor inglés Edward Bach es una de las autoridades más respetadas en el campo de las aplicaciones curativas de las esenciales florales. Fue un prestigioso médico homeópata que ejerció en Londres durante la primera mitad del siglo xx, y se le atribuye el descubrimiento de los hoy famosos remedios florales de Bach, utilizados por los profesionales de la salud en todo el mundo. Dichas esencias florales se emplean para el tratamiento de muy diversos desórdenes emocionales y temperamentales. Al igual que los remedios homeopáticos, las esencias florales contienen cantidades minúsculas de sustancia física, ya que se consideran como remedios vibracionales puros. Su gran difusión inaugura el camino para el desarrollo de la curación por medio de las esencias florales como una de las vías especializadas de la terapia energética sutil. En materia médica, el doctor Bach ha sido un gran innovador y el primero que intuyó la relación entre estrés, emotividad y enfermedad decenios antes de que la mayoría de sus colegas se plantearan siquiera la cuestión. A partir de este enfoque inicial de los desórdenes emocionales como factores coadyuvantes de la enfermedad, el doctor Bach se propuso hallar medios que fuesen naturales y sencillos para lograr que las personas recobrasen la armonía y el equilibrio. Su búsqueda de la curación a través de la naturaleza le condujo a valorar las propiedades curativas de los remedios homeopáticos, y más tarde las de las esencias de las flores.
Antes de convertirse en homeópata activo, Bach había sido médico ortodoxo, especialista en bacteriología de un gran hospital de Londres. Uno de sus primeros descubrimientos en este campo estuvo relacionado con la presencia de determinados tipos de bacterias en el tracto gastrointestinal de personas que padecían diversas enfermedades crónicas. Bach logró identificar cierto número de bacterias que contaminaban la flora intestinal produciendo exacerbaciones periódicas de algunas afecciones crónicas muy molestas como la artritis y los dolores reumáticos- Si como se sospechaba dichas bacterias agravaban esas molestias crónicas, entonces debía ser posible vigorizar las defensas inmunológicas de los pacientes afligidos por aquéllas frente a estos microorganismos, con el consiguiente alivio de su sintomatología. Bach conjeturó que la inoculación con vacunas preparadas a partir de esas bacterias intestinales podría surtir el efecto deseado, favoreciendo la eliminación de las toxinas bacterianas responsables de la dolencia crónica. Fundándose en esa hipótesis Bach elaboró vacunas con cultivos atenuados de los gérmenes patógenos intestinales identificados como responsables de las citadas recidivas. Administradas en inyección a los pacientes de diversas dolencias crónicas, las vacunas produjeron mejorías significativas de los síntomas artríticos y otros de carácter crónico.
Poco después de este descubrimiento Bach tuvo oportunidad de leer El órganon de la medicina, es decir el famoso tratado en el que Hahnemann expuso los fundamentos de la homeopatía. Bach simpatizó enseguida con las ideas de la práctica homeópata; al fin y al cabo, su propia idea de administrar muy pequeñas dosis de sustancia tóxica para curar una enfermedad era bastante similar a los principios homeopáticos de Hahnemann. Bach había llegado a sus conclusiones empíricamente, a través de un proceso de error y nuevo ensayo. Además le interesaba encontrar un método alternativo para administrar sus vacunas, ya que la inyección subcutánea solía producir fuertes reacciones locales. Bach decidió preparar concentraciones homeopáticas de las bacterias intestinales asociadas con aquellas dolencias, para su administración en dosis sublinguales. Cuando algunos pacientes hubieron tomado la medicina por esta vía oral, los resultados fueron mucho más notables que los obtenidos hasta entonces con las vacunas inyectables. En total Bach clasificó hasta siete tipos de bacterias vinculados con enfermedades crónicas, y los utilizó en preparaciones homeopáticas que se llamaron «los siete nosodes de Bach» (véase en el capítulo 6 una discusión algo más detallada sobre los bionosodes).
Más o menos hacia la misma época Bach hizo otro descubrimiento curioso, y fue que los pacientes portadores de uno de aquellos siete tipos de bacterias patógenas intestinales se caracterizaban por otros tantos tipos de personalidad o temperamentos diferentes. Le pareció que cada uno de los siete tipos de bacterias correspondía a una personalidad determinada y distinta de las demás. Basándose en esta observación, Bach reorientó los tratamientos a base de nosodes que administraba a sus pacientes, y se puso a asignarlos estrictamente en relación con los temperamentos emocionales que hallaba en ellos. Es decir, que no hacía caso de los aspectos físicos de la enfermedad, sino que se fijaba exclusivamente en los síntomas mentales que había relacionado con cada tipo de nosode. Este método le supuso a Bach éxitos clínicos muy superiores a sus propias expectativas.
Después de algún tiempo dedicado a perfeccionar sus técnicas y sus análisis de los tipos de personalidad, Bach tuvo otra de sus profundas intuiciones, y dedujo que, si bien los individuos del mismo grupo caracterológico no adolecerían necesariamente de las mismas enfermedades, en cambio, enfrentados a cualquier tipo de agente patógeno reaccionarían ante la dolencia de una manera parecida; es decir que las personas del mismo grupo de personalidad exhibirían al enfermar los mismos comportamientos y estados de ánimo, cualquiera que fuese la afección. En consecuencia, bastaría con categorizar las características mentales y emotivas del paciente para averiguar el remedio más aplicable a la curación de su dolencia crónica. Lo que había intuido correctamente Bach era que los diferentes factores emocionales y rasgos de la personalidad contribuyen a la predisposición general patológica. Entre esos factores, los más significativos eran el miedo, las actitudes negativas y demás tendencias por el estilo. Es reciente la atención de la ciencia médica a este notable vínculo entre la enfermedad y la vida emotiva; pero Bach había llegado a esta conclusión más de 50 años antes de que existieran las actuales investigaciones psiconeuroinmunológicas.
A Bach le desagradaba tener que administrar nosodes preparados a partir de agentes patógenos, pareciéndole que debía ser posible hallar en la naturaleza diversos remedios vibracionalmente análogos, que reprodujeran los efectos de aquellos nosodes, o los superasen incluso en cuanto a eficacia terapéutica. De esta manera se lanzó a la búsqueda de agentes naturales cuya eficacia residiría, no en la acción sobre la patología ya establecida, sino mejor en sus efectos sobre los precursores emocionales de la dolencia. Más tarde los halló en las esencias de determinadas flores. Bach llegó a identificar 38 esencias en total, de las cuales la 38.a era una mixtura floral combinada, familiarmente conocida como «remedio de emergencia» (rescue remedy).
Entendió también Bach correctamente que la relación dolencia-personalidad era efecto de patrones energéticos disfuncionales de los cuerpos sutiles. Consideraba que la enfermedad era el reflejo de una disonancia entre la personalidad física y el Yo Superior o alma. Las muestras de esa falta de armonía interior podían verse en determinados rasgos mentales y exteriorizaciones del individuo, Y llegó a la conclusión de que esta disonancia mental y energética entre la personalidad física y el Yo Superior prevalecía sobre el proceso concreto de la dolencia.
Las energías vibracionales sutiles de las esencias florales podían ser útiles para reconducir los patrones emotivos disfuncionales, supuso Bach. Al mejorar la sintonía de la personalidad física con las energías del Yo superior era de esperar que se alcanzase una mayor armonía individual, manifestada a través de la paz interior y las expresiones de la alegría de vivir. Corregidos estos factores emocionales, se ayudaba a los pacientes a mejorar su vitalidad física y mental, y ello contribuiría a la resolución de cualquier dolencia física. Esta relación entre la personalidad física y el Yo Superior, para Bach se basaba en una filosofía de la reencarnación. Citando al propio autor:
Nunca se insistirá demasiado en que cada Alma encarnada aquí abajo obedece a la intención concreta de adquirir experiencia y sabiduría, y de perfeccionar su personalidad tendiendo a los ideales señalados por aquélla. Que todos recuerden que el Alma de cada uno le ha fijado una misión especial, y que en caso de incumplimiento, aunque sea inconsciente, inevitablemente resultará un conflicto entre su Alma y su personalidad, el cual necesariamente se manifestará en forma de desórdenes físicos [...].
Es sabido desde tiempo inmemorial que la Naturaleza ofrece Medios Providenciales para la prevención y la curación de las enfermedades, por mediación de hierbas, plantas y árboles que ella divinamente ha enriquecido, concediéndoles el poder para curar toda clase de enfermedades y de padecimientos. Cuando se trata un caso con esa clase de remedios no se repara en la naturaleza de la enfermedad; es el individuo lo que se trata, y cuando el se repone la enfermedad desaparece, expulsada por la acumulación de salud. Y por ser la mente !a parte más delicada y sensible del cuerpo, en donde se revela el origen y el curso de la enfermedad con mucha más claridad que en el organismo, es la constitución mental lo que observamos para que nos guíe en la elección del remedio o remedios necesarios [...].
Ante nosotros surge un nuevo y mejor arte de la curación. Hace cien años, la Homeopatía de Hahnemann fue un primer destello de claridad después de una larga noche de tinieblas, y es posible que todavía tenga un destacado papel que desempeñar en la medicina del futuro [...].
Cuando volvemos nuestra atención hacia el problema de la curación comprendemos que en esto también hay que seguir la marcha de los tiempos, que los métodos del materialismo grosero deben ceder su lugar a una ciencia fundada en las realidades de la Verdad y regida por las mismas leyes divinas que gobiernan nuestra propia naturaleza [...].
El materialismo olvida que por encima del plano físico existe un factor que, en el decurso normal de la vida, protege a cada individuo o le hace susceptible frente a la enfermedad, sea de la naturaleza que sea. El miedo, por el efecto deprimente que ejerce sobre nuestra mentalidad, introduce una disonancia en nuestros cuerpos físico y magnético, abriendo paso entonces a. la invasión [bacteriana]. La verdadera causa de las enfermedades ha de buscarse en nuestra propia personalidad [...].
[En el futuro,] la curación pasará del dominio de los métodos físicos para el tratamiento del cuerpo físico a los planos de lo espiritual y lo mental; al aportar la armonía entre el Alma y la mente se producirá la curación erradicando la causa básica y real de la dolencia y permitiendo luego completar la curación del cuerpo mediante los medios físicos que todavía sean necesarios.
Bach comprendió la relación energética de la mente superior con las cualidades magnéticas de los cuerpos sutiles superiores. Como hemos comentado en capítulos anteriores, las cualidades mentales y emocionales que se expresan a través del cerebro y del sistema nervioso físico son producto de los influjos energéticos de los cuerpos etéreo, astral y mental. Por la acción energética sobre estos cuerpos superiores que poseen las esenciales florales, sus efectos a fin de cuentas se transmiten al cuerpo físico.
Para averiguar los efectos de las diferentes flores Bach se fijo en cómo le afectaban a él, ya que era un «sensitivo» psíquico. Debido a su exceso de sensibilidad a veces se veía obligado a aislarse y evitar las multitudes y las calles abarrotadas de Londres, por resultarle fatigosa y demasiado conflictiva la vida de la capital. Mientras se hallaba en una casa de campo convaleciendo de una enfermedad que estuvo a punto de quitarle la vida, durante sus largos paseos Bach se puso a buscar los remedios que nos ofrece la Naturaleza. Su sensibilidad a las energías sutiles era tan grande que le bastaba rozar con los dedos el rocío matutino sobre la flor, o llevarse un pétalo a los labios, para captar los posibles efectos terapéuticos de la planta; debido a esa gran sensibilidad, cuando se exponía a una flor determinada experimentaba todos los síntomas físicos y los estados emocionales de los que era antídoto la esencia de aquélla. El proceso de la averiguación de los 38 remedios florales fue tan agotador para la constitución física y emocional de Bach, que éste tuvo una muerte relativamente prematura, falleciendo en 1936 a la edad de 56 años.
— Bach buscó también un método para preparar aquellas esencias vibracionales sin tener que recurrir al laborioso método homeopático de pulverizar la planta y elaborar las potencias sucesivas. (Véase en el capítulo 2 cómo se preparan los remedios homeopáticos.) Tras recoger el rocío matutino de las flores que recibían la luz del sol, así como el de las que se hallaban todavía en los rincones umbríos, examinó ambas sustancias para ver si presentaban diferencias en cuanto a su capacidad para afectar a sus cuerpos energéticos sutiles. Al comparar ambas soluciones descubrió que el agua de las flores que habían estado expuestas a la luz del sol poseía efectos energéticos más pronunciados. Con gran satisfacción por su parte, descubrió que bastaba colocar flores de una especie determinada en la superficie de un recipiente lleno de agua de manantial para obtener una poderosa tintura vibracional tras dejarlo varias horas a la luz del sol. Los efectos sutiles de la luz solar eran el factor crítico que acumulaba en el agua la impronta energética de la signatura vibracional de la flor, lo que quizás tenga que ver con las cualidades energéticas sutiles de la luz solar aludidas por los hindúes con el nombre de «prana».
Los remedios florales de Bach se utilizaron para tratar las reacciones emocionales ante la enfermedad así como los temperamentos responsables de la patología celular a largo plazo. Por ejemplo, cuando un paciente manifestaba un temor común, es decir una fobia, se le administraba esencia de Mimulus. A los individuos afectados por cualquier tipo de conmoción se les prescribía una tintura de la flor llamada Estrella de Navidad (Star of Betlehem). Los afligidos "por graves problemas de indecisión paralizantes de la voluntad hallaban alivio en la esencia obtenida de la flor de Scleranthus. Las maquinaciones obsesivas parecen disminuir cuando se trata a los pacientes con esencias elaboradas a partir de la flor de castaño de Indias (White Chestnut).
Mediante los remedios florales de Bach muchos terapeutas han logrado éxitos clínicos, en especial la resolución de patrones muy arraigados de trastornos emocionales y disfunciones de la personalidad. A diferencia de los tratamientos convencionales con fármacos, que actúan exclusivamente en el plano físico de la patología celular, los patrones energéticos contenidos en las esencias florales actúan a nivel de los vehículos emocional, mental y espiritual. Los cuerpos sutiles influyen sobre el cuerpo físico por cuanto alteran la susceptibilidad de éste a las enfermedades aportadas por cualquier agente patógeno interno o externo. Lo que hacía Bach con sus esencias florales, por tanto, era tratar de mejorar las defensas de sus pacientes creando armonía interna y potenciando los sistemas energéticos superiores por donde el ser humano se vincula con su yo superior; de hecho los remedios florales de Bach tenían escaso efecto directo sobre los sistemas celulares del organismo físico. Existen no obstante otros tipos de esencias florales que pueden modificar directamente los desequilibrios celulares del cuerpo físico a través de la interacción con diferentes niveles de la anatomía energética sutil de los humanos.
Después del fallecimiento de Bach en 1936, el Dr. Edward Bach Healing Centre de Inglaterra continuó con la preparación de las esencias florales con arreglo a la metodología exclusiva descubierta por aquel innovador. En Europa y Estados Unidos vanas escuelas naturópatas empezaron a utilizar los remedios florales de Bach siguiendo los criterios emocionales y mentales establecidos por el creador, y se realizaron experimentos de varios tipos empleando distintas flores naturales. Pero no fue hasta el decenio de los setenta cuando tuvo lugar el desarrollo de series completamente nuevas de esencias curativas derivadas de las flores.
En 1979 Richard Katz fundó la Flower Essence Society (FES). Con esta institución los investigadores y terapeutas de las esencias florales dispusieron de un centro en donde estudiar e intercambiar informaciones sobre el uso de las esencias. Andando el tiempo, esto condujo a la introducción de varias esencias nuevas, preparadas a partir de especies florales oriundas de Estados Unidos (y en especial de California, donde tiene su sede la FES). El grupo de trabajo de la FES publicó datos acerca de diferentes métodos para el empleo de los remedios florales de Bach así como de las nuevas esencias, divulgadas bajo el nombre de esencias FES.
El descubridor de estas esencias FES fue Richard Katz, el fundador de la sociedad. La selección y formulación de cada una fue realizada por Katz confiando en su intuición, modificada por la experiencia y en colaboración con un pequeño grupo local de terapeutas. Las informaciones clínicas recogidas por Katz indicaron que las nuevas esencias eran especialmente adecuadas para los procesos de plenitud interior e iluminación espiritual, funcionando como catalizadores susceptibles de facilitar la resolución de determinados bloqueos psicoenergéticos como las fobias sexuales y otros muchos aspectos relativos a la vida íntima,, la sensibilidad y el desarrollo psíquico y espiritual. En relación con las esencias concretas se hizo un gran acopio de conocimientos obtenidos bajo la guía intuitiva o canalizada de distintas fuentes psíquicas, así como mediante el empleo de la facultad radiestésica con ayuda del péndulo. Con estos procedimientos de recopilación de informaciones intuitivas fue posible recoger muchos datos sobre la aplicación de las esencias; los detalles y progresos de estos trabajos fueron recogidos y publicados en un Flower Essence Journal, de publicación no periódica, pero no se dispuso de un texto definitivo sobre los aspectos terapéuticos y energéticos sutiles de las esencias florales hasta la compilación escrita por Gurudas, un investigador de Boulder (Colorado).
CONTINUARÁ...
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